El partido ofrecía a priori muchas variantes. Que la Real dominase, que lo hiciera el Athletic, que el dueño de balón fuese uno u otro, que el choque fuera a ida y vuelta… Al final se cumplió el que todos esperan de un derbi, que la intensidad sea máxima y que cada balón valga millones. Desde el minuto uno cada equipo puso toda la carne en el asador y dibujaron un encuentro de altos vuelos, disputado y peleado al límite. Ese era el mejor boceto posible para los aficionados, que ofrecieron un precioso ambiente en un estadio de Anoeta a reventar.
Con los ingredientes puestos sobre la tabla, tocaba crear un plato que realmente fuera un gusto y deleite para todos. La primera mitad fue zurigorri y a pesar de ello fueron los txuri urdin los que marchaban por delante al descanso. Valverde introdujo cambios en su once -De Marcos en lugar de Iraola, Aduriz en el de Toquero-, pero no varió un ápice el plan que viene ejecutando en las últimas semanas. Puso la primera línea de presión muy arriba e intentó que la Real no se encontrase cómoda en ninguna zona del campo. A buena fe que lo consiguió.
Los donostiarras no pudieron circular el balón con tranquilidad y por momentos parecía necesitar de genialidades para superar la presión bilbaína. Xabi Prieto busco echarse el equipo a la espalda y fue el primero en darle aire a los suyos. A partir de ahí fueron creciendo Vela y Griezmann, con el resto en un segundo plano. Pero se imponía el plan visitante, que ahogando a su rival conseguían salir como flechas buscando la meta de Bravo. El problema para los de Valverde era que en cuanto pisaban área solo sacaban balas de fogueo.
Más allá de un remate de Gurpegui que rozó el poste tras un saque de esquina, y un disparo de Ander Herrera a las manos de Bravo, no se puede rescatar nada más de los leones. Por parte gipuzkoana el panorama era incluso peor, hasta que al filo del descanso Griezmann se encontró con un rechazo a la salida de un córner que disparó para que Iraizoz rechazase. El balón le volvió al galo que, solo de nuevo, probó fortuna una vez más para esta vez sí, mandar el balón al fondo de la red. Dominó el Athletic, sí, pero mandó la tremenda pegada de la Real Sociedad, un espectáculo en los últimos veinte metros. Al contrario de su rival.
La reanudación cambió el tono del partido. Siguió intenso, pero con la Real esperando a los bilbaínos para salir a la contra y resolver el partido por la vía rápida. Y eso mató al Athletic, a pesar de que los donostiarras no crearon más peligro que un mano a mano de Griezmann que salvó Iraizoz. Pero claro, a día de hoy los rojiblancos no tienen los mecanismos suficientes para ser un equipo fiable cuando de sacar el balón jugado desde atrás se trata, así como en los últimos metros adolecen tanto de esos mismos mecanismos como de descaro, algo que solo ofreció un Muniain que una vez más volvió a ser el mejor de su equipo.
Cuando los de Valverde tienen el balón en los últimos veinte metros, el partido abandona el fútbol para convertirse en una película de Disney, blanca y sin maldad. A la Real con achicar espacios y dejarle al Athletic las bandas le bastaba para no sufrir por dentro, lugar donde puede romperse un equipo. Los zurigorri picaron una y otra vez, para ofrecer una triste demostración de malos centros que no creaban ningún tipo de peligro sobre el área en el que mandaba Bravo. El chileno resolvió el poco trabajo que tuvo con acierto. Además, el entrenador visitante no acertó con los cambios, mientras que Arrasate estuvo perfecto al introducir a Elustondo para cerrar aún más la parcela central.
Con los bilbaínos insistiendo con más corazón que cabeza o posibilidades, los donostiarras esperaron su oportunidad. Habían tenido dos a lo largo del partido y una terminó dentro. En la tercera, ya en tiempo de descuento, Pardo llevó el delirio a las gradas de Anoeta con un gol de clase, recibiendo en el interior del área y finalizando con maestría. Buen premio para un jugador que no disfrutó de un partido en el que pudo ofrecer sus buenas cualidades, pero en el que se fajó como el que más. Junto a Markel Bergara fue clave en la contención planteada por Arrasate en la segunda mitad.
El partido lo definió lo que tuvieron y no tuvieron unos y otros. La Real puso sobre el tapete la tremenda pegada de la que dispone, el acierto, el gol. El Athletic ofreció durante buena parte del encuentro un buen planteamiento, pero sin que el rival temiese en ningún momento. Cuesta hablar de justicia de un resultado en el que apenas hubo disparos, no hablemos ya de ocasiones, pero si alguien llevó más peligro esa fue la Real. El 2-0 no cambia la situación clasificatoria, pero sí la ajusta al máximo. Los bilbaínos seguirán cuartos una semana más, pero el primer derbi del curso y de 2014 deja a los donostiarras a un solo punto de su máximo rival. Lo mejor que nos deja la batalla de Anoeta es sin duda la previsión de que nos llegan unos meses espectaculares por parte de ambos conjuntos, con una pelea entre amigos en la que solo puede vencer uno.
Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Anso, Iñigo, José Ángel; Markel, Pardo; Vela (Seferovic, min. 85), Prieto, Griezmann (Chory Castro, min. 79); Agirretxe (Elustondo, min. 69).
Athletic: Iraizoz; De Marcos, Gurpegui, Laporte, Balenziaga (Iraola, min. 59); Iturraspe, Rico (Ibai, min. 74); Susaeta (Toquero, min. 81), Herrera, Muniain; Aduriz.
Goles: 1-0, Griezmann (min. 41); 2-0, Pardo (min. 93).
Árbitro: Pérez Montero (colegio andaluz). Amonestó a Markel y Elustondo por parte de la Real Sociedad, y a Balenziaga y Rico por parte del Athletic.
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