lunes, 23 de junio de 2014

España gana 3-0 a Australia en su despedida a este "horroroso" Mundial

España cerró un Mundial para olvidar con un triunfo honroso ante Australia. No había ningún motivo para sonreir antes de coger vacaciones anticipadas. Todo lo contrario. La nostalgia embargó a la selección en el adiós de Villa, gran protagonista en Curitiba. Marcó un gol y se marchó llorando. Fue la imagen que mejor representó el dolor de la eliminación. El final de una etapa gloriosa irrepetible.
Australia salió mejor. Para ellos era la oportunidad de irse a casa con un premio. Para España, un marrón que se le podía atragantar. En los primeros cuatro minutos éramos un equipo asustado, nervioso y descolocado. Los 'aussies' llegaban alentados por la grada, que pedía más madera. "Eliminado, eliminado" se cantada en un Baixada Arena a medio hacer con España deshecha, de negro y de luto. No parecía ni España. Sólo una sombra del pasado. Ya no brillaba la estrella. Sólo el amarillo fosforito de las equipaciones. Tres distintas en tres partidos. Irreconocibles. Sonaban los olés pero eran para Australia. España estaba desnuda, como Torres en la banda, aunque en aparencia llegó fuerte.
España tardó 23 minutos en crear algo de peligro. Fue en un remate de Jordi Alba tras un taconazo de Villa. El Guaje fue de los más entonados en su hipotética despedida. No era un partido más para él, capaz todavía de dejar retratado a Jedinak con una bicicleta y un pase de la muerte al que no llegó nadie. O de marcar un golazo a la altura de lo que es: el máximo goleador de la historia de la selección.
En el 36', Juanfran llegó hasta línea de fondo por la derecha y asistió a Villa, que tiró de recursos para marcar con un bonito taconazo. Su gol número 59 lo celebró besándose repetidas veces el escudo. Orgulloso, emocionado y rabioso. Hasta nueve veces. Una por cada gol en sus doce partidos en los Mundiales. Fue la reivindicación de un pasado irrepetible que también evocó Iniesta con su pase a Juanfran y el posterior a Cazorla en otra buena jugada de España al filo del descanso. Retazos de lo que queda de la España del tiki-taka. La que enamoraba a todos.
Un cambio polémico

Tenía tantas ganas Villa de jugar y de marcar su gol número 60 que no entendió el cambio de Del Bosque en el 57' por el inédito Mata. "No hombre, no", se pudo leer en sus labios mientras se marchaba enfadado hacia la banda dejando atrás los mejores números de la Roja. Fue sentarse en el banquillo y romper a llorar. No quería marcharse así. Quizá haya ocasión para algún homenaje.
Mal de todas formas Vicente, que seguramente se ha equivocado de cabo a rabo desde que llegó a Brasil. Para el último partido optó por poner a Xabi Alonso y así evitar suspicacias. Xavi, tal y como anunció, calentó banquillo. Igual que el díscolo Cesc Fábregas, que entró en el 68' por Cazorla. Fue la mejor manera que encontró el seleccionador para quitarle hierro a la bronca del otro día.
En el 69', Iniesta regaló el segundo a Torres con un pase excelso para que el Niño batiese por bajo a Ryan con una definición correcta. Y en el 82', Cesc puso en bandeja el tercero a Mata, siempre dispuesto a aprovechar sus escasas oportunidades. Australia había caído en las redes de España.
Era un trofeo menor y simbólico para España, acostumbrada estos años a la caza mayor. Pero es lo que tenía que hacer La Roja antes de volver de Brasil. Ganar su último partido y hacer propósito de enmienda. Que no se vuelva a repetir nunca más.


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