Sin duda se trata del mejor gran premio del año en la que por primera vez desde Australia, donde Lewis Hamilton tuvo que abandonar, se pudo ver la primera debilidad de los dos coches a mitad de carrera, tanto en la unidad de potencia como en los frenos, siempre muy castigados en esta pista. El peor parado fue Lewis, incapaz de pasar a su compañero Rosberg ni en la salida ni en toda la carrera, y que terminó con el monoplaza con los frenos fundidos en la vuelta 48.
Todo esto provocó que la carrera se apretara como no se recordaba desde hacía meses. Rosberg, líder el 95 por ciento de la carrera resisitía, mucho más lento, la llegada de los Force India, que pararon sólo una vez, de los dos Red Bull, que aquí han dado un evidente paso adelante, y de los Williams, que al igual que los indios, aprovecharon la potencia del motor Mercedes.
Incluso Fernando Alonso, penalizado por la falta de velocidad punta, rodaba apenas a ocho segundos en la séptima plaza que le costó recuperar a Jean Eric Vergné. Los adelantamientos se sucedieron, especialmente con Ricciardo que tras la priemra parada ya adelantó a Vettel, y que al final atrapó a un Pérez sin DRS y al propio Rosberg en el sprint final para hacerse con la primera victoria de un australiano desde Inglaterra 2012.
Tanta era la tensión y las opciones de podio, por primera vez en muchas carreras, que Massa empotró a Checo en la última vuelta, para acabar los dos fuera tras un brutal accidente sin consecuencias físicas. Un final injusto para dos estupendas carreras de ambos, y que significó que Alonso subiera hasta la sexta posición final.
Hasta Niki Lauda se acercó a felicitar a Horner y Newey por el tremendo esfuerzo realizado por el equipo para ganar y poner en aprietos a Mercedes. Aunque sabe que ha sido un tropezón y que Nico Rosberg, segundo final, sigue líder con 22 puntos de ventaja sobre Hamilton. Alonso baja un peldaño, cuarto, superado por el ganador, Ricciardo.
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